LA VUELTA AL INSTITUTO
Marta había probado todas las argucias que sabía para evocar la llegada del sueño,pero el plácido morfeo se negaba a hacer acto de presencia...ni contando estrellas, ni ovejitas, ni tomando remedios caseros lograba conciliarlo.
Decidió levantarse de la cama sin hacer ruido y sigilosamente se colocó las babuchas rosas que Papá Noel había dejado este último año debajo del aquel suntuoso árbol de Navidad que su madre,muy habilidosa en estas prácticas domésticas, había decorado con todo esmero.
No encendió la luz para evitar despertar a su hermano pequeño que dormía en la habitación contigua a la suya y se dispuso a leer con las manos, como si se tratase de un invidente, los muebles de su pequeña pero acogedora habitación.
Llegó hasta la puerta y la abrió con reparo, intentando acertar en sus movimientos y se dispuso a bajar la escalera...
En alguna publicación había leído hacía unos días que la leche caliente invitaba al sueño y se dispuso a comprobarlo.
LLegó a la amplia cocina, abrió la nevera y como si de un vulgar ladrón se tratase extrajo una botella de leche que colocó en el microondas y se "zampó" casi de un trago.
Volvió a la habitación , se arremolinó bajas las frescas margaritas amarillas que se dibujaban en las sábanas y respiró profundamente mientras su mirada se perdía en la oscuridad que contrastaba con aquella luna redonda, blanca y brilllante; que se dibujaba en un cielo grandioso extendido como un gigante manto.
La vuelta al instituto se le antojaba un reto demasiado grande, un gigante al que enfrentarse sin poseer las fuerzas ni el ánimo suficiente para tal batalla...
Acurrucada junto a sus temores,sostenida solo por el reencuentro con su amiga Rocío, mecida por el aire freco de la madrugada y amenazada por un despertador que al ritmo de su tic-tac componía los débiles acordes del paso del tiempo llegó por fin el sueño y Marta se durmió...
Nadie, y menos ella, podría imaginarse lo que este nuevo año le deparaba...
